Por Jaime Almeida
El próximo mes de septiembre se estarán cumpliendo 40 años del célebre Festival de Rock y Ruedas de Avándaro. En un extremo están los que lo han satanizado y lo consideran una muestra de la decadencia moral de la juventud setentera, y, en el otro, quienes lo proclaman como el evento que zarandeó al poder y amplió los horizontes de la participación cultural y política. Yo fui uno de los miembros del grupo que organizó el festival, y nunca hemos dejado de sorprendernos por las olas que levantó. Déjeme contarle, desde mi punto de vista, cómo fue.