Hoy en día los medios de comunicacion ya no son usados tanto para informar, bueno, si lo son, pero para informar lo que se desea y con la tendencia que se quiere. Es muy común que vean la paja en el ojo ajeno y utilicen la doble moral. Sienten que tienen poder y por desgracia no lo utilizan para bien y si lo hacen lo es para el propio.
Pero bien se sabe que no hay poder absoluto o ilimitado y que perdure para siempre. En las democracias más avanzadas es común ver que se legisle sobre los medios de comunicación para precisar sus derechos, libertades y obligaciones. Lo mismo acontecerá con aquellos países que están en la retaguardia en este aspecto. A nadie le conviene -ni a los propios medios- que éstos laboren en la indefinición jurídica, la cual trae como consecuencia confusión, incertidumbre y riesgos de toda clase, lo cual a final de cuentas acarrea la perdida de credibilidad y el triste encasillamiento de "amarillista".
Prueba de lo anterior es un reciente editorial de una revista argentina especializada en medios de comunicación y que se titula "La culpa de todo la tienen los medios", el cual trata de ser equilibrado respecto a las características negativas y positivas de aquéllos. Sin embargo, con franqueza y valentía expone:
"La culpa de todo la tienen los medios. Ahora, todos quieren aparecer en los medios. Los medios transforman la realidad. Si no estás en los medios no existes. Ahora cualquiera trabaja en los medios. Los medios especulan con el dolor y las miserias humanas. "Recurrí a los medios porque la justicia no me daba respuestas". Nadie quiere quedar mal con los medios.
Los medios no son el cuarto poder, son el primero. "Yo le creo más a los medios que al resto de las instituciones". "No le creo nada a los medios, todo lo hacen por el rating". Estas y muchas otras ideas y situaciones demuestran distintas experiencias y sensaciones de la gente respecto a los medios".
